EL Entrenador

Caricatura de entrenador en charla técnica

Por Facundo Sánchez

 

Escribir sobre una persona que ha sido nuestro maestro y con quien compartimos el sentimiento hacia este juego, no es una labor sencilla pero si satisfactoria; Al hacerlo nos dimos cuenta que el fútbol aunque lo han convertido en un gran comercio y una gran industria, nunca lograrán diluir su esencia y sentimiento original, en donde el ser humano es el artífice indispensable y suficiente.

Todavía hoy y primero que el gran negocio, el fútbol es un juego de sentimientos, en donde las personas encuentran un sentido y una razón a su vida; desde una distracción, hasta una profesión, viven con y de la pelota.

Este puede ser el caso de los entrenadores, con los que compartimos el fútbol como el origen de un sentimiento.

Al escribir sobre el entrenador nos vienen a la mente los errores que cometemos en ocasiones al juzgar la conducta de una persona que está al frente de un equipo, formado también por personas; muchas veces nos gusta o no la forma o el estilo de un entrenador, lo juzgamos, criticamos y reconocemos desde fuera, sin conocer plenamente su profesión, incluso desconocemos lo que verdaderamente sucede en el interior de ese grupo. Esa pequeña sociedad que gobierna con ideas y convicciones. Esto es lógico y normal, el entrenador esta expuesto al juicio y a la mirada de todo el que le rodea, desde el más humilde seguidor hasta el más alto directivo, y en última instancia son ellos los que influyen de forma directa o indirecta en su continuidad.

Para muchos esta es una profesión cruel y muchas veces injustas, para nosotros no lo es, más que eso, es una forma de vida digna como hay muchas en el mundo, pero el entrenador tiene una ventaja, al dedicarse a algo con lo que nació, creció, y le dio la oportunidad de ser. Vive para ese sentimiento que le dará la oportunidad de morir defendiendo sus convicciones.

Respetamos a todos los entrenadores, pero admiramos más a unos que a otros, y más ahora que estamos de este lado, no por conveniencia, sino por madurez. A través de los últimos años hemos aprendido del juego y de los jugadores, pero sobre todo de la vida, que nos ha permitido comprender aún más lo difícil que es esta profesión, de la cual se llegan a tener muchas satisfacciones.

Existen muchos entrenadores como personalidades en el mundo, ninguno es igual a otro; admiramos y respetamos a los que han luchado y dignificado esta profesión, que ante todas las adversidades defienden sus convicciones hasta las últimas consecuencias, que le dan al jugador el sitio que les corresponde como personas y no como máquinas, que lo único que les importa es que produzcan, ganando a como de lugar.

Admiramos y respetamos al entrenador que deja una enseñanza en cada jugador, anteponiendo siempre un gran sentido común.

Admiramos y respetamos al entrenador que no sólo sabe de fútbol, sino además tiene conocimiento de la ciencia, del arte y de la religión, pero sobre todo de la vida.
Admiramos y respetamos al entrenador, pero admiramos y respetamos más a la persona.
El fútbol es el juego más popular del mundo, es común escuchar hablar de quien gano, perdió, el anotador, el que falló, el que jugó bien, el que jugó mal, etc., tantas y tantas palabras que se utilizan entorno a este deporte, que es un tema universal, en donde las clases se unen en una sola.

El fútbol une y desune, pero más une que lo otro, es el juego del ser humano que une a un chiquillo con una pelota, unos tacos, una playera y una palomilla que son amigos y compañeros dueños de un origen y un orgullo que defienden hasta las últimas consecuencias. Todo esto junto es el origen de un futbolista, que encuentra en el juego un ideal de lucha, un estilo de vida y una convicción para la existencia.
El jugador encuentra una realización, que tal vez la tiene en su vida social, pero no de una forma completa. Entonces el juego se convierte en una necesidad de vida que le permite existir y convivir con los demás.

El ser humano ha hecho del fútbol una religión, la cual predica y se alimenta de ella; lo hace un arte porque lo crea e inspira con sentimientos que nacen del alma; lo hace una ciencia porque lo inventa y lo comprueba; lo hace su propia vida.
El fútbol es simple y esta simplicidad le crea una gran complejidad, cualquier persona puede jugarlo, un alto, un chaparro, un flaco, un gordo, un manco, un cojo, un ciego, etc., viven para el fútbol y del fútbol obtienen sus más grandes sueños y anhelos.
Desarrollando el talento, la fantasía, la creatividad, la expresión, la comunicación y la voluntad.

Por medio de este juego se forman mejores seres humanos, con una mejor disposición para vivir, con una alegría para compartir, con una rebeldía para salirse un momento de la sociedad tan cotidiana. Esta rebeldía le hace buscar algo deseado o quizá imaginado, se hace del fútbol otro mundo en donde se compensan los sueños, en donde existen muchos rebeldes que lo inventan, lo imaginan y luchan por él siempre.

El ser humano siempre ha sido social y sociable, ha necesitado del grupo para existir y sobrevivir, formo grupo para crecer, para sembrar, cosechar, formar una familia, una sociedad, para hacer la guerra con otros, para concertar la paz y sobre todo hace grupo para vivir.

Así es el espíritu del juego de fútbol con una razón grupal, de pertenencia, de lucha, de rebeldías, de concertaciones, de sueños, de equipo; el fútbol es de los hombres y el hombre lo crea, lo construye y lo vive. El fútbol es la fuente de muchos sentimientos encontrados, para muchos es su vida, para otros simplemente es un juego o un deporte. Sin embargo el fútbol es mucho más, bien utilizado es el instrumento por el cual se pueden formar mejores personas, en donde la base la otorga el entrenador, que desarrolla el respeto y el amor a la verdad, el pensamiento y el espíritu de tolerancia; el sentimiento de dignidad y de derecho, la conciencia de responsabilidad, la justicia y la adhesión social.


Cuando se habla del entrenador se habla de un maestro. Un maestro para los otros, en ello y para ellos obtiene la gloria. Para el entrenador lo primero son sus jugadores, ellos son su proyecto, y les debe orientar para su futuro; comparte su corazón, la empatía, la sonrisa, la vida, llevando consigo siempre el cariño.

Por ahí que un buen entrenador se auto - destruye, porque de todo lo que tiene, sabe y cree, se vacía para que los otros sean. Puede ser así, pero, permitiendo ser a los demás, es el mismo. Un entrenador bueno o malo nunca se olvidan. Y se puede considerar una profesión en donde se requiere vocación, que exige una responsabilidad con disposición y gusto; un entrenador es como un artista nace y después se hace.

El mayor elogio para un entrenador es el recuerdo que deja vivo en cada jugador. Creando en él su condición saliente. El entrenador forma seres humanos; y debe ser consciente que mejorando a la persona, mejora el futbolista.

La vivencia es la fuente principal de la experiencia y como tal del aprendizaje; el entrenador tiene vivencias que comparte y enseña para bien de él y de sus jugadores, pero más para sus jugadores. El entrenador induce en el juego una forma de vida, de lucha, de realización, de talento, de orden, de sentimientos; busca la victoria no a cualquier precio, sino al justo, busca la justicia con respeto al rival, reflejándose en ellos como un espejo.

Goethe, en una ocasión dijo; “Quien no tenga arte ni ciencia tenga religión.” El fútbol es arte, el fútbol es ciencia y el fútbol es religión. Así es la razón de ser de muchos seres humanos, en donde su vida gira alrededor de un balón. Este puede ser el caso de un entrenador que además de dirigir se dedica a la enseñanza del fútbol y como tal se dedica a la formación de seres humanos.