El Jugador y su Entorno

Por Facundo Sánchez

 

Con el profesionalismo se agrava considerablemente esta situación. Porque la tarea del equipo, que es la de ganar el partido, se une ahora la necesidad de sostener un nivel, debido a que lo suyo se ha convertido en una profesión, en un medio de vida.

No cabe duda que el deporte-espectáculo ha traído como consecuencia una serie de males que están hoy profundamente arraigados.

Pero hay otros factores que generan conflictos. La mayoría de las perturbaciones de un equipo no nacen del mismo equipo. Pensemos en los compromisos que los dirigentes tienen y en la utilización secundaria de la actividad deportiva (como la de proyección política). Esto hace que la situación de cada integrante de ese equipo, esté seriamente comprometido en una red de tensiones que muchas veces él mismo trata de eludir aunque infructuosamente. También existe otro núcleo integrado por el cuerpo técnico, que vive alrededor del precitado grupo, formando un verdadero cinturón que aisla al jugador de ciertos contactos con la realidad misma del club, que suele distorsionarse a medida que transcurre el tiempo.

No nos olvidemos tampoco del aficionado o “hincha”, que resulta un personaje importantísimo. El nivel de aspiración de cada uno de los hinchas se proyecta en el jugador. Si éste fracasa, la violencia engendrada por la falla del ídolo se vuelve contra él, tomándolo como un “chivo emisario”, en quién se depositan las decepciones que existen entre las aspiraciones o expectativas que se habían generado y las realizaciones del equipo.

El jugador constituye la pieza fundamental del fútbol en su entorno de compañeros y adversarios. Para tener una visión integral de sus funciones y estilo es conveniente abordarlo a través de motivaciones y actitudes, los roles y el status conseguido. Del conjunto de esos elementos surgirá un personaje con una presentación concreta y que además de desempeñar un papel operativo puede llegar a ser idealizado convirtiéndose en un mito o un mago.

La primera pregunta que uno se hace toca el aspecto vocacional, que está originado como toda acción en un interjuego de motivos. En la época actual y como consecuencia del profesionalismo, el jugar se ha transformado en una profesión rentable que se constituye en términos de realidad y alimenta las fantasías inconscientes que condicionan el juego. Tenemos que establecer el origen de esta tendencia que es característica del niño y que cumple múltiples funciones, estructurando distintas actitudes que el yo utilizará en el transcurso de su vida.

Cualquier perturbación en esta actividad del juego de la infancia acarreará trastornos graves, como inhibiciones e inseguridad en el contexto del trabajo adulto.

En una situación concreta -un partido de fútbol- por ejemplo, el sujeto que ha sufrido alteraciones en el nivel del juego infantil se comportará como integrante de un equipo, trasladando allí su inseguridad básica, con trastornos en la percepción en el espacio y el tiempo y con la imposibilidad de asumir adecuadamente el rol designado por la institución. El individuo perturbará al grupo en su totalidad, resultará un saboteador inconsciente de la estrategia general.

El juego en equipo no sólo tiene una motivación que busca el placer por la descarga, sino que es un ámbito ideal para el desarrollo de tres actitudes básicas en todo grupo social: la pertenencia, empezando por un proceso de afiliación, la cooperación y la pertinencia.

Se denomina afiliación aquellos fenómenos con una pertenencia no lograda.

La pertenencia consiste en el sentimiento de pertenecer a un grupo determinado, a un equipo determinado, donde se ve como una afiliación más intensa, hay una mayor identificación con los procesos grupales, y en lo referente a su tarea, su trabajo se realiza con una intensidad mayor, determinada por ese sentimiento; hay un clima de seguridad que favorece la tarea.

La cooperación es el elemento que existe en toda tarea grupal y que se expresa por la manera como los miembros de un grupo, después de su pertenencia, adquieren por la cooperación la misma dirección para su tarea. Son co-operadores de ese grupo y co-operan en una misma dirección.

Con respecto a la pertinencia, se trata de un elemento poco utilizado en la evaluación de cualquier tarea.

Ser pertinente en una tarea determinada es sentirse, ubicarse direccionalmente sobre la tarea. Hay un criterio de utilidad, de centralidad sobre el trabajo a realizar colectivamente; es decir, la mayor pertenencia y cooperación, tienen valor si hay pertinencia.

Otro elemento a tener en cuenta en la conformación de un grupo es la comunicación, entendiendo a ésta como la emisión de una serie de señales, de un intercambio entre un emisor y un receptor, con un proceso de codificación y de decodificación.

Este proceso de comunicación es importante en los distintos niveles que conforman la institución, equipo, cuerpo técnico, dirigentes, etc. En la medida que se logre y se sostenga una buena comunicación, es más factible la consecución de los objetivos programados.

Otro aspecto a considerar, es el impulso adquisitivo que aparece en el jugador con su nueva situación profesional, en la que el dinero desempeña un importante papel.

Se deja atrás el periodo del amateurismo, se pasa a otro donde aparecen otras necesidades. Algunos jugadores logran acumular bienes materiales. A veces y dentro del contexto de consumo que la sociedad en la que vivimos impone, se llegan a violar consignas respecto al cuidado de su cuerpo, por ejemplo mediante excesos de alcohol, tabaco y llevando una vida poco ordenada.

Otro aspecto que el jugador logra satisfacer por medio de una actuación deportiva exitosa es el afán de poderío.

El crack ejerce una especie de liderazgo asegurándose un grupo a su alrededor que muchas veces lo juzga y lo controla, pero antes que nada lo estimula.

El jugador es el mago, capaz de resolver todas las dificultades en la cancha, pero también de provocar las máximas frustraciones, cuando no se cumplen los logros pretendidos.

En este aspecto es importante la contención que el cuerpo técnico pueda brindar al jugador, a partir de la carga emocional recibida como consecuencia de esas frustraciones.